La insuficiencia renal crónica o fallo
renal en gatos, es una de las enfermedades más comunes de los gatos mayores y
un hándicap para todo veterinario. En casi todos los casos, el fallo renal es progresivo de modo
que la enfermedad progresa de manera lenta y silenciosa, hasta que se agravan
los síntomas de nuestra mascota. El avance de la enfermedad varía mucho de unos
gatos a otros, con lo cual para conseguir tener mascotas sanas, el cuidado de
los riñones y su tratamiento adecuado es fundamental para todo veterinario de
gatos que se precie. ¡¡Cuidemos el riñón de nuestro gatito!!
De hecho, si detectamos la enfermedad a
edades muy tempranas, podemos aumentar considerablemente la calidad de vida de
los gatos afectados y prolongar su vida, retardando el desarrollo y avance de dicha
enfermedad renal.
La insuficiencia renal, se produce por un
daño en los riñones prolongado e irreversible, que impide su funcionalidad para
filtrar y eliminar los productos de desecho del organismo. En la mayoría de los
casos en los que se diagnostica una insuficiencia renal no se conoce la causa
exacta de la enfermedad. Los tejidos del riñón se fibrosan y estos sustituyen al
tejido normal del riñón, a menudo con inflamación asociada (por eso también se
llama “nefritis intersticial crónica”). Estos cambios afectan también a muchas
enfermedades. No obstante, existen algunas causas bien reconocidas de
insuficiencia renal crónica en gatos como son las siguientes:
- Riñones
poliquísticos (enfermedad hereditaria que se suele dar en gatos Persas y
Exóticos en la que quistes llenos de líquido, que se forman en los mismos
riñones, van reemplazando, poco a poco, el tejido normal).
- Tumores
renales, por ejemplo, linfomas (un tumor sólido de células de la serie
blanca) que pueden afectar a los riñones causando un fallo renal.
- Infecciones,
por ejemplo una infección bacteriana en los riñones (pielonefritis) que
puede ocurrir por progresión de una infección de la vejiga y puede llegar
a producir incluso fallo renal.
- Otras
causas, por ejemplo, tóxicos que afecten a los riñones, defectos en el
desarrollo de los riñones de nacimiento, inflamación persistente como la
glomerulonefritis.
Muchas veces no se puede encontrar una
causa específica de fallo renal y se actúa tratando al gato en función de su
sintomatología. Cuando se encuentra la causa, y esta se puede tratar, podría
existir la posibilidad de frenar la progresión de la enfermedad.
La insuficiencia renal crónica puede darse
en gatos de todas las edades, pero por lo general la encontramos en gatos de
media y avanzada edad, y es más común a medida que aumenta su edad. Se estima
que alrededor de uno de cada 5 gatos de más de 15 años presenta fallo renal. En
general, la insuficiencia renal, se da hasta tres veces más en gatos que en
perros. Por tanto, es imprescindible a partir de los 7 años de edad de
nuestro gato, realizar un chequeo anual de la función renal y órganos
asociados.
Los riñones desempeñan muchas e
importantísimas funciones dentro del organismo, como la eliminación de las
toxinas de la sangre y el mantenimiento del equilibrio de agua y electrolitos.
La sangre se filtra constantemente a través de los riñones para eliminar las
toxinas de desecho de los productos del metabolismo del organismo. La orina se
produce después de este proceso. También concentran dicha orina devolviendo
agua al organismo, para de este modo prevenir la deshidratación.
Los riñones cumplen otras funciones
importantes en el mantenimiento del equilibrio de electrolitos (potasio, sodio,
calcio, fósforo, etc.) en el organismo, controlan el equilibrio ácido base de
la sangre y también la presión arterial. Son responsables de la producción de
la hormona llamada eritropoyetina que estimula la producción de glóbulos rojos
por la médula ósea y así poder mantener el hematocrito en valores aceptables.
Por suerte los riñones tienen una gran
capacidad de reserva, se podría mantener la función renal con un solo riñón. De
hecho se necesita que estén dañados de dos tercios a tres cuartos del tejido
funcional de los riñones para que se produzcan signos de fallo renal. Eso si,
cuando llegamos a este extremo, la enfermedad avanza irremediablemente y los
daños son irreversibles. Poco podemos hacer en este punto, por eso el veterinario
debe cuidar este órgano tan vital para los gatos, desde edades tempranas, incidiendo
en la prevención de esta enfermedad.
La insuficiencia renal crónica, como
comentamos anteriormente, es una enfermedad de progresión lenta y silenciosa,
aunque en determinados casos los síntomas podrían aparecer repentinamente
(fallo renal agudo). Los primeros síntomas son bastante leves e inespecíficos,
producidos, al menos en parte, por la acumulación en sangre de toxinas que se
suelen secretar por la orina. Los síntomas más comunes en gatos afectados son:
falta de apetito, pérdida de peso, deshidratación, letargia y depresión. Suelen
beber más agua y hacer más pis (pues su organismo no concentra la orina).
Otros síntomas habituales en gatos con
insuficiencia renal crónica, son: pelo estropeado, vómitos, mal aliento, úlceras
en la boca y debilidad. A medida que la enfermedad progresa los síntomas empeoran,
a pesar de los tratamientos. La función renal se ve alterada, con lo cual
tendremos desequilibrios en los electrolitos de la sangre, como son el potasio
o el fósforo, acidosis metabólica, hipertensión y/o anemia.
Se debe por tanto, hacer un control
anual en los gatos mayores de 7 años, mediante un análisis de sangre y otro de
orina. Se suelen analizar dos sustancias en la sangre: urea y creatinina, ya
que estos son los productos del metabolismo que normalmente se excretan por el
riñón. En un fallo renal la concentración de estos dos parámetros aumenta. Como
existen otras enfermedades que también pueden aumentar estos valores, se
realiza, al mismo tiempo, un análisis de orina. En una insuficiencia renal
crónica, además de los síntomas y de valores elevados de urea y creatinina, se
producirá una orina poco concentrada. Para valorar la concentración de la orina
se mide la “gravedad específica” de esta, cuyo valor en la mayoría de los gatos
con fallo renal es menor de 1,030. Esta prueba es fundamental en lo que a los
gatos se refiere, no tanto en perros.
En cuanto al tratamiento, si tenemos por
ejemplo una infección bacteriana en los riñones que causa la insuficiencia, se
trata esta infección. En la mayoría de los casos no va a ser así y, por tanto,
el tratamiento se centra en los síntomas. Si tenemos una insuficiencia renal
aguda, algunos gatos al principio necesitarán fluidoterapia intravenosa para
corregir la deshidratación (y probablemente las anomalías electrolíticas). Corregidos
estas dos, el tratamiento irá dirigido a mantener la función renal y minimizar
las complicaciones del fallo renal. La insuficiencia renal crónica es
irreversible y, en la mayoría de los casos, no se conseguirá una mejoría a
pesar de un tratamiento apropiado.
Los tratamientos necesitarán también controles
periódicos en distintos momentos para ver la evolución del paciente en el
tiempo. A parte de los análisis de sangre y orina mencionados anteriormente, es
importante medir también la presión arterial. Es importante también identificar
las complicaciones que surjan y poder tratarlas, como la anemia, el descenso de
potasio, elevación de fósforo, infecciones urinarias e hipertensión.
Uno de los aspectos más importantes en
pacientes con IRC, es la dieta por tres factores destacados:
-El agua es muy importante para los
gatos afectados, pues corren más riesgo de deshidratación, al no poder
concentrar la orina y por tanto conservar el agua para su organismo. Es
necesario darles un alimento húmedo en lugar de seco y tener agua fresca a su
disposición, incluso fuentes que les estimulen a beber más agua.
- Es necesario que la dieta sea baja en
proteínas, porque la mayoría de las toxinas se acumulan en la sangre en una
insuficiencia renal como resultado de la descomposición de las proteínas. Siempre
con precaución para que nuestro gato no pierda peso, valorando
riesgo/beneficio, pues la debilidad tampoco es buena para su estado general de
salud. Por esta razón, es preferible utilizar siempre dietas comerciales
específicas. Como las dietas bajas en proteínas son además menos apetitosas, el
gato puede dejar de comer, por tanto el manejo a de ser cuidadoso, deberemos
utilizar sabores adecuados y probar diferentes tipos de dieta renal, hasta dar
con la adecuada para nuestro gato.
- El contenido en fósforo debe ser bajo
en la dieta de los gatos con insuficiencia renal, pues parece resultar muy
beneficiosa para proteger a los riñones de sufrir mayores daños. Las dietas
comerciales preparadas para fallo renal tienen baja concentración de proteínas
y de fósforo. Si la concentración de fósforo en sangre sigue siendo elevada, a
pesar de esta dieta, se pueden añadir a la dieta “quelantes del fósforo”,
siempre bajo la prescripción de nuestro veterinario.
Puede que nuestro gato tenga que venir a poner suero semanalmente si está muy deshidratado, o que necesite una suplementación
de potasio, por sus bajos niveles en sangre, o que debido a su elevada presión
arterial, en la clínica veterinaria decidamos ponerle una pastillita para la
hipertensión. Es decir cada gato es diferente y para un manejo correcto de la
enfermedad debemos tratar los síntomas, que como estamos viendo son muy
variados y precisan de un profesional especialista.
En casos avanzados el desarrollo
de anemia es bastante
común. Si es leve no suele ser un problema, pero si es grave puede empeorar con
síntomas de letargia y debilidad. Se trata la anemia según las causas y la
gravedad de ésta, mediante la utilización de esteroides anabólicos, suplemento
de hierro, tratamiento de las úlceras gastrointestinales y, en casos muy
avanzados, suplemento con eritropoyetina (la hormona que estimula la producción
de glóbulos rojos). Tenemos que controlar también las nauseas y los vómitos tan
habituales en la insuficiencia renal avanzada y que pueden afectar a la calidad
de vida y disminuir el apetito del gato.
La IRC, es una enfermedad irreversible
en la que los gatos sólo presentan sintomatología cuando el daño en los riñones
es ya muy grave. No obstante el organismo de los gatos tiene mecanismos para compensar
y adaptarse para intentar mantener el funcionamiento normal de los riñones,
aunque llegará el momento en que estos mecanismos fallarán produciendo una
progresión en el fallo renal. La enfermedad es, por tanto, progresiva en el
tiempo e irreversible en sus daños, y puede acabar en la necesidad de una eutanasia.
La velocidad y avance de la enfermedad renal varía mucho de unos individuos a
otros y un tratamiento y cuidados adecuados pueden mejorar ostensiblemente la
calidad de vida de los gatos afectados, consiguiendo al mismo tiempo ralentizar
la progresión de esta cruel enfermedad.
“En la clínica veterinaria María J. Cabeza queremos mascotas sanas y somos especialistas en medicina felina, cuidamos de su riñón desde el primer día. Una
buena prevención mediante una dieta
adecuada y un chequeo a partir de los 7 años, te ayudarán a que disfrutes muchos
más años de tu preciada mascota”